La palabra de Dios es Palabra de Vida (Filipenses 2:16) que imparte y sustenta la vida.
Se compara con el agua (Efesios 5:26) y la comida (Mateo 4:4), es tanto leche como comida sólida (Hebreos 5:12-14), la leche pura espiritual, para que podamos crecer en nuestra salvación (1 Pedro 2:2).
La Palabra de Dios también es vida y salud (Proverbios 4:22). Esta palabra traducida salud también puede ser traducida medicina; cura, liberación o remedio. La palabra de Dios tiene un efecto positivo en nuestros espíritus, almas y cuerpos, así como la medicina hace en lo natural al cuerpo enfermo.
Además, La Palabra de Dios es duradera (1 Pedro 1:23), eterna (Mateo 24:35), perfecta (2 Samuel 22:31; Salmo 18:30) y pura (Salmo 12:6).
Las palabras del SEÑOR son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada. (Salmo 12:6 LBLA)
En otras palabras, ¡La Palabra de Dios es perfectamente pura y libre del más pequeño error!
Como la sangre de Cristo, la cual puede
por si sola lavar nuestros pecados, la Palabra de Dios permite a la
humanidad entrar en el Reino Paradisíaco de Dios, porque a través
de la Palabra de Dios podemos aprender Su plan de salvación (2
Timoteo 3:15).
Unción de los enfermos:
Yo impongo las manos sobre ti, en Nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, suplicándole te
sostenga y te colme de su gracia, a fin de que conozcas el poder sanativo de su amor. Amén. (LOC)
Yo impongo las manos sobre ti, en Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, suplicando a
nuestro Señor Jesucristo que te sostenga con su presencia, que ahuyente de ti toda enfermedad de cuerpo y espíritu, y que te conceda esa victoria de vida y de paz, la cual te capacitará para servirle ahora y siempre. Amén. (Libro de Oración Común)
Optar por los pobres, hoy, en éste mundo capitalista en el cual la venta de la "felicidad ilusoria" se compra a crédito, es una tarea netamente vocacional. Y si esa vocación es Cristiana como la nuestra , disfruta la ventaja de la Gracia de Cristo que firme camina con nosotros; pero sufrimos el acoso de sus detractores que continúan trabajando desde las sombras.
Quién no se tentó en el camino, con las potestades del mundo que están en oferta.
"El que actúa siempre con honradez, que es sincero y que se niega a conseguir algo con trampa; el que retira su mano para no aceptar la coima, que se tapa los oídos para no oír sugerencias criminales y cierra sus ojos para no ver la maldad. Este tendrá su casa en las alturas, vivirá seguro como en un castillo edificado sobre el peñasco y nunca le faltarán ni el pan ni el agua." (Is 33, 15-16)
Cuantos juegan con el dolor de los pobres y enriquecen sus arcas sin pestañar, sin sudar y lo peor del caso sin ningún cargo de conciencia. En cambio nosotros seguimos las palabras del Maestro: "El que recibe a este niño en mi Nombre me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe a Aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ése es el más grande". (Lc 9, 46-50)
A Dios le agrada y quiere el culto y la
alabanza de los niños: "Reunid al pueblo, convocad a la
comunidad, juntad a los ancianos, congregad a los pequeños y a los
niños de pecho" (Jl 2,16).
Nada más perfecto para convocar a la comunidad que los preparativos para festejar la Navidad: ocasión en que los niños, jóvenes y adultos, se sensibilizan con los afectos.
La Iglesia de Cristo apuesta a los niños y a los ancianos: los niños, como la fuerza para el futuro y los ancianos la sabiduría permanente. Fuerza y sabiduría: combinación exacta para fortificar a la Iglesia de los pobres.
Esta predilección de Dios por los
pequeños, por los débiles y por los de segundo orden, es una
constante en la Biblia. Dios elige a los que menos cuentan, a los
últimos, a los olvidados, para hacerlos importantes, para ofrecerles
su consideración, para encargarles grandes misiones y nombrarlos
guías y dirigentes. San Pablo, expresando este concepto, escribe:
"Dios eligió lo que el mundo
tiene por necio, para humillar a los sabios; lo débil para humillar
a los fuertes; lo vil, lo despreciable, lo que es nada, para anular a
los que son algo" (1 Cor 1,27-28).
Puesto que la Iglesia es consciente de que el hombre —no el hombre abstracto, sino el hombre concreto e histórico— «es el primer camino que ella debe recorrer en el cumplimiento de su misión» (Redemptor hominis, 14), la promoción humana ha de ser consecuencia lógica de la evangelización, la cual tiende a la liberación integral de la persona (cf. EvangeliI nuntiandi, n. 29-59). (del Documento de Santo Domingo cap.III - 13)
El amor a Dios se muestra en el amor a la persona humana. Así nos lo recuerda el apóstol Santiago con aquellas graves palabras: «Si a un hermano o una hermana les falta la ropa y el pan de cada día, y uno de ustedes les dice: “Que les vaya bien, que no sientan frío ni hambre", sin darles lo que necesitan ¿de qué les sirve?» (St 2,15-16).
Mirando al hombre concreto, nosotros, Pastores de la Iglesia, confirmamos la difícil y delicada realidad social por la que atraviesa nuestra sociedad de América del Sur, donde existen amplias capas de población en la pobreza y la marginación. Por ello, solidarios con el clamor de los pobres, nos sentimos llamados a asumir el papel del buen samaritano (cf. Lc 10, 25-37).
"La verdad del ser humano es la piedra clave para enfocar los problemas del individuo y la sociedad... Para que el hombre no sea tratado simplemente como un número, como eslabón de una cadena o engranaje de un sistema, Dios le asegura que es único e irrepetible.." (Discurso de Juan Pablo II durante las Semanas Sociales: 23 de setiembre de 1995 en el Vaticano)
También participamos como invitados al cierre del año en el Anexo del Centro de Actividades Juveniles del Colegio Polimodal Nro.5, que funciona en la Comunidad del Barrio Santa Marta.
Entrega de diplomas por parte de la Directora, a todos los niños que participaron de los talleres.
Prof. Ana Laura Peñaloza (Coordinadora del CAJ) Prof. Graciela Romero (Directora del Colegio Polimodal Nro.5) Prof. Andrea (Tallerista del CAJ)
Oh Dios, creador y conservador del género humano: Te rogamos humildemente por las personas de todas clases y condiciones, suplicándote que te dignes hacerles conocer tus caminos y tu salud eterna a todas las naciones. Muy especialmente te rogamos por tu santa Iglesia universal; para que sea dirigida y gobernada por tu Santo Espíritu, a fin de que todos los que profesan y se llaman cristianos sean conducidos por el camino de la verdad, y guarden la fe en unidad de espíritu, en vínculo de paz y en rectitud de vida. Finalmente, encomendamos a tu bondad paternal a todos los que de cualquier manera están afligidos o angustiados en mente, cuerpo o condición [especialmente aquéllos por los que se desean nuestras oraciones]; suplicándote les consueles y alivies, según sus diversas necesidades, dándoles paciencia en sus sufrimientos y una feliz liberación de todas sus aflicciones. Te lo pedimos por amor de Jesucristo nuestro Señor. Amén. (LOC)
Mons.++ Juan Carlos
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