Este libro es el alma y espíritu
anglicano. Es la obra que aglutina y da unidad a toda la confesión
anglicana pues, aunque el libro no sea uniforme mundialmente, las
diferencias de unos libros a otros son minúsculas, y lo esencial se
encuentra en todos ellos.
El Libro de Oración Común se
consideró una obra necesaria para abreviar la proliferación que, de
libros litúrgicos, se daba en el siglo XVI. Por orden del rey
Eduardo VI se debía crear uno que se pudiera usar en todo el reino
inglés y que diera unidad a la práctica litúrgica. Se formó la
Comisión Windsor, integrada por Tomás Cranmer, seis obispos y seis
teólogos, teniendo presente que entre ellos los hubiera de la
antigua y de la nueva tendencia teológica. Se sabe que la mayor
parte del libro fue creación y redacción de Cranmer, pero todos
participaron en la discusión crítica de la nueva obra. Cranmer,
deseando seguir en el espíritu católico de la Iglesia, recogió
material de las liturgias gálicas y orientales, así como del uso
medieval romano. Además lo fundamentó en la Biblia, en la doctrina
de los Padres de la Iglesia, pero también incluyó ideas nuevas,
algunas provenientes de Alemania, y sobre todo, una de las obras más
influyentes fue el breviario propuesto por el cardenal español
Francisco Quiñones y la liturgia mozárabe, como veremos
en breve. Todas estas fuentes crearon el manantial de agua viva que
fue el primer Libro de Oración Común aprobado el 14 de marzo de
l549.
La obra apareció con este título: El
Libro de Oración Común y administración de los sacramentos y otros
ritos y ceremonias de la Iglesia, para el uso de la Iglesia
Anglicana. El título manifestaba a las claras que los autores
deseaban mantenerse dentro de las directrices católicas de
adoración. Más que una innovación se trataba de una reforma. Estos
fueron los logros obtenidos: el nuevo libro eliminaba prácticas y
devociones ya caídas en desuso, consolidaba varios libros en uno,
los servicios litúrgicos se realizaban en la lengua del pueblo y se
le pedía más participación litúrgica, estaba fundamentado en la
Sagrada Escritura, y de acuerdo con la práctica primitiva de la
Iglesia.
Como los tiempos cambian, y con ellos
las circunstancias, nuevas ediciones han surgido, adaptadas a la
época y motivadas siempre por el deseo de producir lo más apropiado
para la oración. Se pueden recordar las siguientes fechas: 1549,
1552,1559, 1662, 1785, 1789, 1892,1928, correspondientes a los libros
publicados, los cuatro primeros en Inglaterra, los últimos en
Estados Unidos.
El actualmente en uso, y publicado en
l979, es el más innovador, el más enriquecido y el mejor de todos.
Es también el más ecuménico. El movimiento litúrgico del siglo
diecinueve, que afectó profundamente a nuestro libro, nos acercó
litúrgicamente, no sólo a la Iglesia Católica Romana, sino también
a otras confesiones cristianas. Se escribió con el fin de lograr una
adaptación litúrgica y teológica a los tiempos modernos, más
flexibilidad en las rúbricas litúrgicas, y un uso más amplio de
lecturas bíblicas.
De sumo interés para nuestro caso es
el hecho de que el Libro de Oración Común tiene profundas raíces
en la liturgia "que a veces se llama mozárabe y a veces
toledana, y visigótica, o bien isidoriana, y que sin duda tiene
orígenes antiquísimos, aunque no sea precisamente la misma que
trajeron los primeros evangelizadores -a España -, sino más bien
una derivación de aquélla y fruto de paulatina evolución, que
recibió su forma típica de mano de los padres visigodos". Esta
liturgia difiere bastante de la romana, tiene afinidades con la
antigua galicana y presenta también reminiscencias orientales.
Distínguese por la abundancia de su estilo, en contraposición a la
romana, tan concisa. Sus oraciones tienden a lo ampuloso,
complaciéndose en cierto realismo minucioso, en las antítesis, en
cierto conceptismo barroco; pero es siempre notable por la
brillantez, el vigor y afecto cálido de la expresión, así como por
la riqueza de fórmulas de profundo sentido teológico.
Tomás Cranmer andaba enamorado de esa
liturgia e incorporó grandes porciones de ella en el Libro de
Oración Común. En el libro actual, podemos contar las siguientes:
"colecta por la renovación de la vida", página 62; "orden
de adoración para el anochecer: liturgia de la luz" páginas
73-79; también influyó en la última parte de la plegaria
eucarística C, páginas 292-295; en las oraciones de los fieles toda
la fórmula V, páginas 312-313; las oraciones del rito matrimonial,
páginas 351-52; oraciones para el rito del entierro, páginas
398-99; la letanía para las ordenaciones, páginas 450-53; una
oración antes de comulgar, "¡Hazte presente!", página
725.
La liturgia mozárabe, como
es más comúnmente conocida, es una de las más estudiadas por los
expertos, y se admite que de ella proviene la costumbre de tener tres
lecturas en el servicio dominical, así como el leer los Hechos de
los Apóstoles en la época pascual, y el Apocalipsis en uno de los
tres ciclos del Leccionario. Todo esto y más, ha influido el Libro
de Oración Común. Para mayores detalles sobre este tema aconsejamos
la lectura del excelente artículo de H. Boone Porter:Hispanic Roots
of Episcopal Worship.
Fuente: Episcopales Latinos