
El cuarto domingo de Cuaresma lo disfruté junto a la comunidad del Cerro, en
En la santa Misa se escucharon decenas de intenciones por todos nuestros amigos y hermanos abracistas que van desde el mismo barrio hasta diferentes partes del Mundo.
Como lo venimos haciendo desde el 27 de febrero del presente, no faltaron las menciones a los queridos hermanos chilenos que continúan sufriendo los avatares de la naturaleza.
Por nuestra parte y en concreto solicitamos un pedido especial por los Hermanos abracistas vocacionales y comprometidos que han concluido su formación abracista y están por asumir el servicio eterno como sacerdotes de nuestro Señor Jesucristo.
Me refiero a estos dos Pastores que durante años se vienen formando entre las letras sagradas y el seminario duro de la vida, ayudando desinteresadamente a los hermanos excluidos y acercándose a los lugares en los cuales se presentan conflictos o se respira la ausencia de Dios, los Reverendos Darío Rocha y Julio Vallarino. Dos hombres de Dios y para Dios, que definitivamente abren sus brazos para resucitar en Cristo y con él reivindicar ese compromiso con el excluido que lo traen desde la cuna, porque fueron elegidos y pensados por el omnisciente antes de su concepción.
Julio que continuará firme a la cabeza de
Darío gran misionero abracista que continuará evangelizando junto a su Esposa Elena y su hija Elenita llevando sus testimonios de vida a nuestras diferentes comunidades abracistas, de Argentina, Chile y Brasil (su residencia permanente).Y recibira el orden sagrado a través de mi persona.
También rogamos al “Padre de Todos” por
Por
Por la relación institucional que nos une a Mons.++ Valerian (Lic. Alfredo M. Montrezza) y
Por la hermana abracista Maria Cristina Ruibal que estuvo festejando su cumpleaños el día domingo.
También nos dimos un tiempo para festejar el cumpleaños de nuestra querida hermana la Reverenda Diacona María.
Nuestra Querida Iglesia Antigua crece y cada día se convierte más en ese modelo Cristiano que transmite un testimonio eficaz, vivo y perenne a través del Espíritu Santo que cada día sopla más fuerte desde el cerro de la bahía hacia todos los puntos cardinales.
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