Despedida de los padres Jenerlon Gamayon y Jijomar Claracay, dos jóvenes sacerdotes que nos acompañaron de punta a punta en el transcurso de toda la primera parte de la "Misión Filipinas 2014"
El Sacerdote es el continuador en el mundo de la misión del Salvador. Esta es la razón de porqué el Señor no ha elegido los dispensadores de su gracia de entre los ángeles, por puros que sean y por mucho amor que le profesen, sino precisamente de entre los hombres. Los que así hayan sido elegidos, "por la experiencia personal que tienen del peso de su debilidad humana y por el sentimiento de su propia indigencia, se compadecerán mejor de las debilidades y de las ignorancias de los pecadores. (Heb 5, 2).
El Arzobispo Vicente nos acompaña en el comienzo de la segunda parte de la Misión.
Si la divinidad de Jesucristo nos llena de admiración y reverencia, su bondad y y su misericordia nos confortan y nos subyugan. Lo mismo sucede al pueblo cristiano que venera la sublimidad del sacerdocio; pero lo que le atrae en el sacerdote y lo que excita su amor hacia el ministro de Dios es principalmente su bondad, su compasión para toda suerte de dolores y debilidades y su entrega absoluta al servicio de todos, semejante al de San Pablo, que le impulsaba a escribir con santo orgullo a los romanos: "Me debo tanto a los sabios como a los ignorantes" (Rom 1, 14)
Recibimiento por parte del Parroco y la comunidad...
En las persecuciones religiosas, el sacerdote es no solamente el que ha conservado la integridad de la fe en el alma del pueblo, sino el consejero a quien siempre se lo escucha, tanto en el seno de la familia como en los problemas personales que le presentan los fieles, y por eso todos le estiman como el consolador y el amigo más fiel. (1)
A medida, que nos adentramos a las filipinas y nos compenetramos con la misión…vamos descubriendo…que Dios tiene preparado para nosotros más sorpresas; su misterio no tiene fondo y la inteligencia humana no se acerca a esa frontera del misterio: el amor es un instrumento de Dios tan poderoso que simplemente tenemos que entregarnos a él y estar atento a los grandes desafíos y sus misterios…
La Iglesia
Filipina Independiente (Aglipayan) nació en el siglo pasado, gracias a la
separación de alrededor un millón de miembros de la Iglesia Católica romana.
Esta Iglesia ha retenido el episcopado, aunque sin ninguna sucesión regular. En
1948, tres obispos americanos consagraron a tres obispos de la Iglesia
Aglipayan, que a su vez consagraron a los otros, de suerte que esta Iglesia
ahora tiene una sucesión anglicana regular. Esto fue puramente una aventura
americana, realizada sin consulta alguna con las otras provincias. Ninguna otra
provincia ha tomado decisión alguna referente a sus relaciones con la Iglesia
Anglipayan.
Personalmente creo, que al igual que la realidad Latinoamericana; argumentada en Medellín-Colombia, mediante documento episcopal; en Filipinas también se vivió "un sordo
clamor que broto de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que
no les llegaba de ninguna parte” (Doc. Medellín 14. 2)
La
“liberación” constituye una de las aspiraciones más hondas y fuertes de
nuestros pueblos. Es uno de los signos de los tiempos que hemos de interpretar
a la luz del Evangelio.
Surge de la
conciencia, cada vez más clara y dolorosa, de un estado de dependencia y
opresión interna y externa. Dominio del hombre por el hombre, de un pueblo por
otro pueblo. Esta visión más profunda y trágica sustituye la simple
comprobación de un estado de subdesarrollo o marginación.
Paralelamente
despierta la conciencia, en los hombres y los pueblos, de ser ellos mismos, por
voluntad de Dios, los artífices de su propio destino. Pero se sienten amarrados
por decisiones de vida tales – sistemas estructuras – que les impiden ser los
auténticos realizadores de su vocación, los activos constructores de la
historia.
Sienten por
eso, la necesidad urgente de cambios estructurales profundos que les permitan
la creación de un hombre nuevo en el advenimiento de una sociedad más justa y
fraterna. Por un lado, la liberación importa el sacudimiento de todo tipo de
servidumbre. Por otro lado, es la proyección, hacia el futuro, de una sociedad
nueva donde el hombre pueda, libre de presiones que lo paralicen, ser el sujeto
activo de las propias decisiones.
Con
frecuencia, entre nosotros, este legítimo deseo de liberación va siendo
acompañado de desesperadas manifestaciones de violencia. Antes de condenarlas
con facilidad hemos de analizar con seriedad sus causas. Hay una “violencia
institucionalizada” que provoca con frecuencia el drama de la violencia armada
Corresponde
a la Iglesia interpretar este hecho a la luz del Evangelio. Ante todo, tomar
conciencia de su importancia dramática. “Estamos en el umbral de una época
histórica del mundo, llena del anhelo de emancipación total, de la liberación
de toda servidumbre, de maduración personal y de integración colectiva. La
liberación supone quitar todo lo que oprime, facilitar al hombre la realización
plena de su destino y construir la historia en la auténtica comunidad de los
pueblos.
Mientras avanzábamos camino al Retiro con los Sacerdotes, reflexionaba que todos los
cristianos, cada uno según su condición, están obligados a tender a la
perfección en virtud del supremo precepto del amor de Dios, pero la obligación que tiene el religioso y
cualquier sacerdote, haya hecho o no los votos de religión; son delicadas y más comprometidas.
Nos fijaremos
principalmente en cómo la virtud del religioso debe permanecer siempre más y
más bajo la influencia de la virtud de la caridad y de un amor de Dios purísimo
y ferviente.
LLegada a destino: Kinawe, Libona, Bukidnoon.
Esa
obligación se funde en su profesión religiosa, cuya gracia, si a ella permanece
fiel, no es transitoria, sino permanente. Como enseña Santo Tomás: “Hablando en
propiedad, un hombre se encuentra en estado de perfección no por haber hecho un
acto de perfecta caridad, sino por obligarse para siempre, con alguna
solemnidad, a los medios que conducen a la perfección”
“Esto es
verdad tratándose de los obispos y los
religiosos. Los religiosos, en efecto, se obligan por sus votos a
abstenerse de las cosas del mundo, de
las que libremente hubiera podido hacer uso; y esto para darse con mayor
libertad a las cosas de Dios…Así mismo los obispos se obligan a la perfección
aceptando la carga pastoral, ya que el pastor debe dar su vida por sus ovejas”
El Arzobispo Metropolitano y el Arzobispo Patriarca de las Filipinas, preparándose para un largo retiro con los Sacerdotes de la Congregación de San José..
Arzobispo Vicente y el Obispo Diocesano y fundador de los Religiosos Misioneros de San José: Bishop Egay C. Dy
El
religioso hace así, propiamente hablando, “profesión de tender a la perfección”
“No me lo haya logrado ya todo” dice San Pablo, “ni llegado a la perfección;
pero yo sigo mi carrera por ver si alcanzo aquello para lo cual fui destinado
por Jesucristo” (Fil 3, 12). Por consiguiente no comete pecado de hipocresía
por el hecho de no ser perfecto, pero lo cometería si no aspirase sinceramente
a la perfección. Esta especial obligación se identifica en él con la de
observar sus dos votos (obediencia y pobreza) y su regla. (2)
La
necesidad de esta perfección es más palpable aún cuando se trata de la
predicación, la confesión y la dirección de las almas.
Para que la predicación sea viva y fecunda,
preciso es que el predicador hable de la abundancia del corazón, Santo Tomás
dice más: “que la predicación debe “derivar de la plenitud de la
contemplación”, de una fe viva, penetrante y sabrosa del misterio de
Jesucristo, del valor infinito de la misa y del precio de la gracia
santificante y de la vida eterna. El sacerdote debe predicar como un salvador
de almas que es, y ha de preocuparse incesantemente por la salvación, no de
algunas, sino de muchas almas. Es imprescindible que no haya recibido el
sacerdocio en vano.
Compartiendo
este retiro con los sacerdotes de San José, me vino a la cabeza aquel ejemplo
que utilizaba siempre el Padre Chevrier sacerdote de Lyon con los sacerdotes
que estaban a su cargo: “que siempre debían tener ante los ojos la gruta de
Belén, el Calvario y el Tabernáculo”.
La Gruta ha
de traernos a la memoria la pobreza; el sacerdote ha de ser pobre en su morada,
su vestido y su comida. Ha de ser humilde de espíritu y de corazón para con
Dios y para con los hombres. Cuanto es así uno más pobre, más glorifica a Dios
y es útil al prójimo. El sacerdote es un hombre despojado.
El Calvario
ha de recordarle la necesidad de la inmolación. Debe estar muerto para su
cuerpo, para su propio espíritu, para su voluntad, para su reputación, para su
familia y para el mundo. Ha de inmolarse por el silencio, la oración, el
trabajo, la penitencia, el sufrimiento y la muerte. Cuanto el sacerdote está
más muerto para sí mismo, más alta vida tiene y comunica a los demás. El verdadero sacerdote es un
hombre crucificado.
El
tabernáculo le recuerda la caridad en que ha de estar inflamado. Ha de hacer
donación de su cuerpo, de su espíritu, de su tiempo, de sus bienes de su salud y de su vida. Debe dar a los
demás la vida por su fe, su doctrina, sus palabras, su oración, su autoridad y
sus ejemplos. Preciso es que el Sacerdote sea como el buen pan. El sacerdote es
un hombre comido. (2)
El Arzobispo Patricio entrega un reconocimiento internacional a cada Sacerdote y Religioso por su desempeño pastoral en los últimos dos años, en los cuales la Comunidad religiosa y misionera de San José, creció significativamente.
Las cocineras que nos deleitaron con sus manjares gastronómicos.
Al igual que América Latina, Filipinas es un reservorio del Catolicismo en sus diferentes expresiones, por su densa población, 80 millones de habitantes en su mayoría Católicos. Hoy ya no existen barreras, los medios de comunicaciones avanzaron en forma agigantada; y las personas por si mismas al sentirse abandonadas por sus pastores, buscan refugio en otras opciones cristianas católicas que están abiertas a la evangelización hombre a hombre, como es el caso de nuestras Iglesias unidas por el Sínodo Mundial de Obispos. De las cuales la totalidad de sus pastores están predispuestos a recorrer de punta a punta el mundo, para atender con celo apostólico a sus hermanos necesitados de estímulo bíblico, atención pastoral o necesidades básicas insatisfechas.
Cómo decía el Arzobispo de los pobres don Helder Cámara "independientemente del riesgo para la Iglesia de perder prestigio ante las masas (el problema no es tener prestigio sino servir) nos incumbe como hombres y como cristianos, ayudar a los hijos de Dios a Salir de la situación infrahumana en que se encuentran. La miseria degrada a la persona humana y es una injuria al Creador y Padre. Por eso la causa Filipinas; hoy se suma a muestra causa Latinoaméricana.
Otra hermosa despedida para ir finalizando la segunda etapa de nuestra "Misión Filipinas 2014"
El sacerdote casado con su familia, quien es parte central de la comunidad y apoyo personal y pastoral para todos los proyectos comunitarios...
Capilla del Buque.
Camino a la tercera etapa de la "Misión Filipinas 2014"; retiro con seminaristas y visita a comunidades de la zona.
TERCERA PARTE INFORME FILIPINAS 2014, será publicado a la brevedad.
Arzobispo Juan Carlos
Iglesia Episcopal Antigua en Argentina y Uruguay.
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Notas
(1) - Don Columba Marmiom; "Jesucristo ideal del Sacerdote", pag.82, Ed. Desclee de Brouwer; Bilbao 1953.-
(2) - R. Carrigou - Lagrange: "La tres edades de la vida interior I"; pags. 247 y 248, Ed. Palabra, Madrid 1985.-
TERCERA PARTE INFORME FILIPINAS 2014, será publicado a la brevedad.
Arzobispo Juan Carlos
Iglesia Episcopal Antigua en Argentina y Uruguay.
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Notas
(1) - Don Columba Marmiom; "Jesucristo ideal del Sacerdote", pag.82, Ed. Desclee de Brouwer; Bilbao 1953.-
(2) - R. Carrigou - Lagrange: "La tres edades de la vida interior I"; pags. 247 y 248, Ed. Palabra, Madrid 1985.-
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