A Cristianos; fieles, seminaristas, religiosas,
religiosos y Clérigos de la Iglesia Episcopal Antigua en Argentina.
Queridos hermanos con Cristo, Cabeza y guía de
nuestro llamado y del Cuerpo Místico de la Iglesia.
Este miércoles 13 de febrero del 2013 comienza el Tiempo de Cuaresma, con la imposición de las cenizas. Se inician así los 40 días antes de la Pascua. Desde la Antigua Alianza, la ceniza era utilizada como signo de afiliación y de penitencia (2 de Samuel 13,19; Ester 4,1:3; Daniel 9,3; 1 Macabeos 3,47). En los primeros siglos de nuestra Iglesia, los penitentes -a partir de este día- se rociaban las cabezas con cenizas (simbolizando lo efímero y mortal de nuestras vidas terrenas). También se vestían con sacos, hasta que eran recibidos en la Iglesia, arrepentidos de sus pecados y reconciliados el Jueves Santo. Ya en el siglo IX se extendió la práctica de imponer las cenizas en la frente a todos los fieles.
En la liturgia de este día se usan una de estas dos fórmulas “Acuérdate de que eres polvo y en polvo te convertirás” (Gn. 3,19), o “Arrepiéntete", o "Conviértete y cree en el evangelio” (Marcos 1,15). En este tiempo cuaresmal la Iglesia nos recuerda, de un modo especial, nuestra condición de pecadores y la necesidad de hacer penitencia y de conversión en Cristo Jesús: eje central de nuestra salvación.
Este tiempo litúrgico, que se
remonta a los primeros siglos de la cristiandad, está dirigido a prepararnos
para la Pascua, la fiesta mayor de nuestra Iglesia Católica. Consta la Cuaresma de
40 días (como los que pasó Jesús en ayunas en el desierto). Desde el siglo IV
(San Jerónimo, Egeria) era ya conocida
la Cuaresma o quadragésima, mientras que datos sobre los ayunos
durante varios días en preparación a la Pascua se remontan a los siglos II
y III.
En Roma en siglo IV, el ayuno se
extendía hasta tres semanas. Durante este tiempo litúrgico, eran preparados los
catecúmenos para los ritos de iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y
Eucaristía). Esta etapa crucial en sus vidas implicaba muchas veces el posible
arresto y hasta martirio en manos de las autoridades paganas, división entre
familias por causa de la fe, persecuciones y exilios. Aún, como entonces, la
noche de la vigilia pascual son presentados con gran alegría ante la comunidad
de fe los nuevos cristianos tras ser bautizados en una ceremonia muy
conmovedora entre los creyentes.
El hombre es esclavo de los tiempos, se
organiza en tiempos: por ahí dice este lunes arranco sin falta con el
tratamiento y se traiciona a si mismo, llega el día y no inicia el proceso. En cambio el ejemplo de Cristo no
tiene tiempo el vivía las 24 horas entregado a su Padre Creador y a su Sagrada
Familia. Es muy difícil emularlo, pero esa es su invitación, “la santidad”,
hacía ahí debemos caminar con la tranquilidad y el convencimiento que nuestras
limitaciones no nos permitirán avanzar, pero Cristo sacerdote camina con
nosotros, comparte nuestro sacerdocio, tanto el universal como el vocacional, somos
tales, en él y con él.
La Iglesia se organiza en tiempos litúrgicos,
las oraciones en sus tiempos correspondiente en el transcurso del día. Todo
sigue una serie lógica humana, un orden, aunque cuando actúa el Espíritu Santo
no hay lógica humana, irrumpe, genera sorpresa, aporta un premio, deja un
regalo extra, pero nunca actúa contra el orden Universal, siempre a favor.
Es verdad que Cristo tuvo un tiempo de
penitencia en el desierto, 40 días; también de silencio: esos 30 años que
preparaba su persona para la vida pública. Así y todo luego vivió tiempos de
dudas y turbulencia: “Padre por qué me has abandonado”. Siempre como cristianos
debemos prepararnos para asumir un rol más comprometido…es el legado de nuestro
Maestro y Señor a sabiendas que volverá a probar nuestra fe y volveremos a dudar
y temblar para crecer con él.
Para esperar esa sorpresa del Espíritu Santo,
entra en juego la propia Fe del creyente, una fe que debe ser “acción”, debemos
prepararnos para la sorpresa, preparar la tierra para que Cristo deposite la
semilla y continuar trabajando en “comunión” con pecadores como nosotros y con
Cristo cabeza, para que florezca la tierra y continúe el crecimiento propio y
comunitario.
Los Clérigos debemos además, darle importancia
al hecho de ser fermento en la sociedad, y serlo…no basta con decir tibiamente
lo llevo a Cristo en el Corazón, sino que hay que marcar la presencia de Cristo
desde nuestra vestimenta, discurso, acciones, y no mantener complejos porque
somos Católicos Independientes, debe quedar bien claro que la Iglesia de Cristo
es UNA y nosotros somos parte de ella, una alternativa católica o una mirada
dentro de la diversidad cristiana pero UNA IGLESIA. Cristo por un lado nos
valida cuando nos da la fuerza, la energía, la luz y todos los instrumentos
necesarios para caminar por un sendero transparente, pero la primera validación
de nuestro sacerdocio viene del que nos eligió antes del vientre de nuestra
madre. Cristo nos ofreció un reino que no es de este mundo, que
perseverantemente debemos reinplantar en nuestros días, y para ello debemos
renovar constantemente nuestro “si a Cristo”. Es muy claro que el Príncipe de
estas potestades capitalistas y sus secuaces nos negará en estos días e
intentará utilizando diversas formulas destruir nuestro apostolado pero los buenos
frutos marcan jalones que guían nuestros pasos, y a la vez servirán de faro
luminoso para los que caminan detrás, o para aquellos hermanos que pierden el
rumbo en el camino.
La cuaresma debe ser reflexión (acción hacia
adentro) y explosión (acción hacia afuera). No es suficiente con intentar
arreglar todo adentro, el mundo no se para, porque la Iglesia instituyo una
cuaresma, nuestras ovejas están en esa parte del mundo. Si Trabajamos y
explotamos: vamos reflexionando; elaborando el perdón: vamos caminando y viviendo
la penitencia...nos reconvertimos continuamente y muere el hombre viejo para dar lugar al nuevo.
En este tiempo, todos y todas, tenemos la
difícil tarea de trabajar nuestros odios, resentimientos, dolores, miedos, para
poder perdonar…sin perdón no hay madurez y sin ella no crecemos. Los cimientos
de la Iglesia deben fundarse en el Amor. Dios, en el misterio de su muerte y
resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a
la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (Hch 5, 31)
La tradición de la Iglesia nos pide que al igual que aquellos
primeros católicos, en este tiempo cuaresmal debemos reflexionar muy
profundamente en los grandes misterios de nuestra salvación, en especial
la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor
Jesucristo, por medio de la oración, el sacramento de la reconciliación,
lecturas, liturgias, retiros, visitas al Santísimo Sacramento, el ayuno y la
abstinencia, devociones y obras de caridad, el estudio bíblico, participación
en el Vía Crucis, entre otras prácticas abundantes entre nuestra riqueza
católica. Este es un tiempo de conversión, de cambio, de buscar
reconciliados y arrepentidos a Jesús; de meditar cuán auténtica es nuestra
amistad con Él, quien por nosotros se ofreció sin reservas al sacrificio como
cordero llevado al matadero. Él aguarda por nosotros. Por su sangre fuimos
redimidos, y con el signo de su santa Cruz se firmó una nueva
alianza gozosa entre Dios y la humanidad.
Aprovecho esta carta para invitar oficialmente a
los Clérigos al Sínodo de nuestra Iglesia que se desarrollará en el mes de
abril en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, acorde al anexo que acompaña a este
mensaje. Que desde nuestra propia conversión convirtamos a la Iglesia en un
hogar que acoja a todos los hermanos sin ningún tipo de distinción y sobre todo
no abandonar la lucha por la unidad de las Iglesias Cristianas.
También pido oraciones por la salud y futuro
del Papa, líder de la Iglesia Católica Romana, Arzobispo Joseph Alois Ratzinger, quien
apelando a un gesto de humildad frente a su Salud delicada, decidió retirarse
para que lo sustituya un colega más joven. Y más oraciones para que El Espíritu
Santo ilumine al Cónclave que elegirá al próximo Papa después del 28 de febrero
del corriente.
¡Paz y bendiciones!
Mons.++ Juan Carlos
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